La cirrosis hepática es actualmente uno de los principales problemas de salud pública en el mundo y se consolida dentro de las primeras 10 causas de mortalidad general en países con ingresos medios bajos.
La cirrosis es una etapa tardía de formación de cicatrices (fibrosis) en el hígado originada por diversas afecciones y enfermedades hepáticas, como la hepatitis y el alcoholismo crónico. El hígado realiza varias funciones vitales, que incluyen eliminar sustancias nocivas del cuerpo para desintoxicarlo, limpiar la sangre y producir nutrientes vitales.
La cirrosis es la consecuencia final del daño hepático. Cada vez que el hígado se lesiona, trata de repararse por sus propios medios. En este proceso, se forma tejido cicatricial. A medida que avanza la cirrosis, se forma más tejido cicatricial, lo que hace que sea laborioso para el funcionamiento del hígado.
La cirrosis descompensada es la terminología utilizada para describir la evolución de ciertas complicaciones que surgen debido a los cambios provocados por la cirrosis. La cirrosis descompensada es potencialmente mortal.
En general, el daño hepático causado por la cirrosis no puede ser reparado. Sin embargo, si la cirrosis hepática se diagnostica a tiempo y su causa se trata, el daño adicional puede limitarse y, en algunos casos, revertirse.
El desarrollo de complicaciones secundarias a la hipertensión portal y la insuficiencia hepática, que son marcadores pronósticos, ocurre en hasta el 15% de los pacientes cirróticos cada año; estas complicaciones incluyen ascitis (acumulación de líquido en el abdomen), sangrado digestivo de las várices, infección y encefalopatía hepática (un nivel de conciencia alterado).
La cirrosis compensada en ausencia de várices esofágicas produce una baja mortalidad, cerca del 1% por año, mientras que el desarrollo de várices esofágicas aumenta el riesgo de muerte hasta un 3,4% por año. Una vez que ocurre algo de descompensación, la mortalidad aumenta dramáticamente; así, el desarrollo de ascitis aumenta la mortalidad al 20% por año; la presencia de encefalopatía hepática grave supone una mortalidad anual del 54% y, tras el primer episodio de hemorragia digestiva variceal, la mortalidad puede alcanzar hasta el 57% en el primer año del evento. El desarrollo de la descompensación aguda en la cirrosis generalmente se asocia con un evento precipitante, como infecciones virales o bacterianas, cirugía, traumatismo, alcoholismo activo, entre otros. Aunque con el tratamiento estándar muchos pacientes responden y vuelven al estado compensado,
Esta afección se ha denominado insuficiencia hepática aguda sobre crónica (ACLF, por sus siglas en inglés), un síndrome recientemente reconocido que se caracteriza por una descompensación aguda de la cirrosis asociada con una insuficiencia orgánica hepática y extrahepática, que conduce a una alta mortalidad a corto plazo (30-40% a 28 dias); esta entidad se presenta principalmente en pacientes con cirrosis de etiología alcohólica y el factor desencadenante más frecuente es la infección. El desarrollo de insuficiencia hepática crónica exacerbada se produce en el contexto de la inflamación sistémica, cuya gravedad se relaciona con el grado de insuficiencia orgánica y la mortalidad.
Diferentes estudios latinoamericanos han demostrado una alta mortalidad hospitalaria en pacientes cirróticos, alcanzando hasta el 24,2% en la sala general, mientras que en pacientes con requisitos de manejo en la unidad de cuidados intensivos, la mortalidad puede alcanzar el 86%, lo que muestra el mal pronóstico asociado a la cirrosis. Sin embargo, los datos epidemiológicos sobre la cirrosis hepática son limitados; Existen pocos estudios que proporcionen información demográfica, clínica o de pronóstico en este tipo de pacientes, así como la literatura que ofrece datos sobre los factores relacionados con la mortalidad debida a esta enfermedad. Es por esta razón que es necesario seguir estudiando esta enfermedad, para que se genere el conocimiento de su epidemiología y sirva de apoyo a los médicos en la toma de decisiones clínicas, asistencia y en la generación y adaptación de políticas basadas en datos reales.
Conclusión
La mortalidad hospitalaria en pacientes cirróticos es alta, y la sepsis y el sangrado son los dos eventos precipitantes de insuficiencia hepática crónica y muerte. Es necesario adaptar las medidas de salud pública dirigidas a la prevención, diagnóstico precoz y oportuno de esta enfermedad, evitar el desarrollo de complicaciones y mejorar el pronóstico en pacientes cirróticos.
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Soy un Neuroanestesiólogo y Especialista en el Tratamiento del Dolor. Me otorgaron el Premio Nacional de Medicina 2018. Soy CEO y fundador de la Unidad Internacional del Dolor de Madrid y editor de Journal Pain Management and Therapy. También es asesor y crítico del AIUM (Instituto Estadounidense de Ultrasonidos en Medicina) y miembro del Comité Organizador de las World Pain Conferences.
Tengo más de diez años de experiencia con terapias regenerativas que incluyen células madre mesenquimales, plasma rico en plaquetas, factores de crecimiento, transferencias de grasa y ácido hialurónico. Inicié Dolor-drdelgadocidranes.com para difundir el conocimiento y la conciencia.