¿Se puede contraer hepatitis por la leche materna?

En los últimos años, ha habido un énfasis notable en la promoción y el apoyo general para la lactancia materna por parte de diferentes instituciones y organizaciones en todo el mundo. Esto se debe a múltiples estudios que han demostrado la gran importancia de la leche humana en la nutrición infantil.

La leche materna tiene un efecto protector conocido en relación con las enfermedades infecciosas.

Sin embargo, la pandemia del SIDA permitió verificar que el virus es transmitido por la leche humana; Una serie de controversias se han desatado sobre esto, otros agentes infecciosos y el papel de la lactancia materna.

Sin lugar a dudas, la leche humana es el alimento ideal para el ser humano en sus primeros meses de vida. No solo es un producto natural, sino también económico y bioquímicamente equilibrado según las necesidades del bebé en sus diferentes etapas de crecimiento, un papel indispensable en la prevención de enfermedades y alergias. La producción de agentes antimicrobianos, antiinflamatorios e inmunomoduladores está limitada en el recién nacido como parte del proceso general de maduración. Así, por ejemplo, la producción de IgA secretora en el lactante comienza a los 4 meses y se establece completamente a los 12 meses; el repertorio completo de anticuerpos se logró a los 24 meses, y las células T de la memoria a los 2 años.

La clase de los padres de la madre se encuentra en un momento crucial.

Los conceptos de “circulación de enteromamaria” y “pasaje bronco-mamario” explican la transmisión de IgA secretora de la madre al niño a través de la lactancia, en los centros linfoides de los bronquios y en las placas de Peyer en el intestino, el antígeno se expone a las células B IgM productoras y, cuando se estimulan, se transforman en células plasmáticas productoras de IgA. La IgA se transporta desde la circulación de la glándula mamaria a los acinos de la glándula mamaria, y desde allí el bebé la recibe. Éste recibe de 0,5 a 1 gramo de IgA de secreción diaria contra patógenos como: E. coli, Shigella, Salmonella, Clostridium difficile, Rotavirus, Citomegalovirus (CMV), Poliovirus, Giardia y Candida albicans.

Existen agentes antiinflamatorios contenidos en la leche materna, como la acetilhidrolasa, una enzima que degrada el factor de agregación plaquetaria, a la que se le atribuye un papel protector en la enterocolitis del prematuro. El factor de crecimiento epitelial que está relacionado con la recuperación temprana en la enfermedad diarreica aguda; y muchos otros factores inmunomoduladores, como las citoquinas que activan las células T y aumentan la producción de IgA, b-casomorfinas y prolactina. Todos ellos contribuyen al efecto protector de la leche materna.

Lactancia materna y tuberculosis

La tuberculosis activa contraindica la lactancia materna debido a la posibilidad de transmitir la enfermedad al bebé por partículas de secreción respiratoria.
Por lo tanto, la lactancia materna debe suspenderse en la etapa contagiosa y luego reanudarse, o se debe proporcionar a la madre una máscara especial que prevenga la propagación de Mycobacteria y proteja al niño.

Lactancia materna y citomegalovirus

El CMV se puede excretar de forma intermitente en la leche materna. Debido a la transferencia pasiva de anticuerpos maternos, generalmente no hay enfermedad en el neonato. Sin embargo, el riesgo de enfermedad sintomática aumenta en niños de madres seronegativas que sufren seroconversión durante la lactancia y en recién nacidos prematuros con bajas concentraciones de anticuerpos maternos adquiridos de forma transplacentaria.

Lactancia materna y VIH

Se ha demostrado la transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana en la leche materna, principalmente en mujeres que lo adquieren durante el período de postparto.

La lactancia materna y la hepatitis B

Los estudios indican que no hay un aumento significativo en el riesgo de infección en niños amamantados por madres con HBsAG positivo, especialmente si se aplican inmunoglobulinas y vacunas contra la hepatitis B.

La lactancia materna y la hepatitis C

En relación con el virus de la hepatitis C, existe una discrepancia con respecto a su transmisión a través de la leche materna. El virus puede estar presente en la saliva hasta en un 36% de los portadores. Aunque se informa una transmisión perinatal del 5%, el ARN no se ha aislado en la leche materna en la mayoría de los estudios.

Conclusión

La estimulación de la lactancia debe continuar, pero también es esencial para apoyar el estudio de los riesgos y limitaciones que implican los procesos infecciosos para la lactancia, para poder asesorar adecuadamente a cada madre de manera individualizada. No hay pruebas suficientes que sugieran que un recién nacido pueda contraer hepatitis a través de la leche materna.

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