La hepatitis hipóxica es una lesión hepática aguda a menudo denominada “hepatitis isquémica” o “hígado de shock”, que se observa con mayor frecuencia en las unidades de cuidados intensivos. La insuficiencia cardíaca, la insuficiencia respiratoria y el shock tóxico-séptico son las principales condiciones subyacentes que conducen a una tasa de mortalidad hospitalaria superior al 50%. La identificación rápida es importante; Cualquier retraso en el diagnóstico de hepatitis hipóxica puede deteriorar la condición. El único tratamiento estándar es corregir la condición predisponente y las terapias más nuevas requieren un análisis de investigación adicional antes de que puedan ser ampliamente recomendadas.
El pronóstico es generalmente pobre en las condiciones que amenazan la vida subyacentes a la hepatitis hipóxica. Las tasas de mortalidad hospitalaria de dos revisiones de publicaciones científicas fueron del 56% y del 59%. Otro informe dice que la supervivencia a 1 año está cerca del 25%.
La causa de muerte en la hepatitis hipóxica generalmente no es la insuficiencia hepática, sino la condición predisponente. En un estudio de una gran cohorte europea, el riesgo de mortalidad hospitalaria fue significativamente mayor entre los pacientes con niveles máximos más altos de aspartato aminotransferasa, lactato deshidrogenasa, proporción normalizada internacional y lactato.
Además, se encontró que la duración prolongada de la hepatitis hipóxica (definida como> 24 horas de aumento de los niveles de aspartato aminotransferasa) se asociaba con una supervivencia general significativamente más baja.
Otras anomalías bioquímicas y clínicas también se asocian con un mayor riesgo de mortalidad hospitalaria, como el aumento de los niveles de fosfato, la encefalopatía, la ictericia y, en un estudio prospectivo reciente, la tasa de desaparición del plasma con ICG. Sin embargo, el resultado a largo plazo todavía está determinado en gran medida por la morbilidad y mortalidad cardiovascular general.
A nivel hepático, los objetivos terapéuticos son aumentar el suministro de oxígeno y facilitar los intercambios de oxígeno entre la sangre y las células hepáticas. La ausencia de tratamiento adecuado hace que el pronóstico sea malo. En resumen, la restauración de la hemodinámica sistémica sigue siendo el objetivo principal al optimizar el contenido de oxígeno arterial, lograr un llenado vascular adecuado, aumentar el gasto cardíaco y restaurar la presión arterial.
Conclusión
El pronóstico es malo con la mitad de los pacientes. La muerte se produce en unos pocos días o semanas y la mortalidad se relaciona principalmente con la gravedad de las afecciones subyacentes. Actualmente, no existe un tratamiento específico para esta lesión hepática. La pronta identificación y manejo de las condiciones subyacentes son cruciales para el pronóstico.
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