La enfermedad hepática no alcohólica (NAFLD) describe las anomalías hepáticas, que van desde la esteatosis simple a la esteatohepatitis no alcohólica con o sin desarrollo de cirrosis. Ocurre comúnmente en la ausencia significativa de consumo de alcohol. Ocurre en todas las edades y razas y se reconoce que ocurre en el 14% a 30% de la población general. La obesidad, la diabetes mellitus tipo 2 y la dislipidemia (nivel de colesterol anormal) son los factores de riesgo comunes vinculados a NAFLD. Se espera que la prevención y el tratamiento efectivos de NAFLD reduzcan la carga de enfermedad hepática y cardiovascular.
La condición es “reversible” si se siguen las estrategias de tratamiento apropiadas. Incluye la identificación y el tratamiento de afecciones metabólicas asociadas como diabetes, obesidad y dislipidemia. Los agentes protectores contra el hígado, como los medicamentos antioxidantes, ayudan a proteger el hígado de lesiones secundarias. Los niveles de alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (AST), gamma y glutamil transferasa (GGT) son extremadamente útiles en un diagnóstico confirmativo de NAFLD. Esta condición puede revertirse por una mejora en la resistencia a la insulina a través de medios saludables de pérdida de peso, ingesta calórica regulada y ejercicios físicos. La reducción de peso saludable se puede hacer al restringir el consumo de calorías al elegir el plan de dieta adecuado y los entrenamientos regulares. En pacientes con obesidad mórbida, la cirugía bariátrica puede ser útil.
La dieta, la pérdida de peso y el ejercicio pueden deshacerse de la enfermedad del hígado graso
La mayoría de los factores desencadenantes asociados con NAFLD son sobrepeso y obesidad. El 10% de reducción de peso y el ejercicio regular se asocian con una mejora en la sensibilidad a la insulina. La pérdida de peso provocada por niveles de energía extremadamente bajos tiende a asociarse con la elevación de los niveles de bilirrubina y la inflamación portal, por lo que debe evitarse. La restricción de energía de aproximadamente 30 kcal / kg / día es lo suficientemente buena como para mantener el objetivo como una pérdida de peso de aproximadamente el 15% del peso corporal total en un período de seis a ocho meses. El ejercicio físico es una estrategia terapéutica comprobada para mejorar la enfermedad del hígado graso. El ejercicio físico aumenta el proceso oxidativo de los ácidos grasos, reduce la síntesis de ácidos grasos y también previene el daño hepatocelular y mitocondrial mediante la inhibición de la liberación de patrones moleculares que se sabe que están asociados con NAFLD.
Los pacientes con NAFLD parecen tener más probabilidades de tener una dieta alta en grasas saturadas y colesterol y baja en fibra y antioxidantes. Este tipo de dieta es el principal factor desencadenante NALFD. Tanto las grasas mono como las poli insaturadas mejoran la resistencia a la insulina y son beneficiosas para mejorar la esteatosis hepática.
Farmacoterapia para la NALFD.
La comprensión de la patogenia de NAFLD y el tratamiento farmacológico adecuado para controlar el trastorno metabólico pueden ayudar a eliminar fácilmente la enfermedad hepática. Los fármacos sensibilizantes a la insulina, los fármacos antioxidantes y los fármacos hipolipemiantes son candidatos potenciales para el tratamiento de NAFLD. La metformina es un agente antihiperglucémico biguanida que ha mostrado una gran mejoría para la esteatosis hepática. Probucol es un potente antioxidante hipolipemiante y tiene efecto en pacientes con NAFLD. El tratamiento con vitaminas mejoró significativamente la inflamación hepática y la fibrosis en comparación con la línea de base. Sin embargo, pruebas recientes también han sugerido que la suplementación con vitamina E puede estar asociada con un mayor riesgo de muerte e insuficiencia cardíaca. La angiotensina II promueve la resistencia a la insulina y la fibrosis hepática. El ácido ursodesoxicólico tiene efectos antiinflamatorios, Tiene propiedades antiapoptóticas e inmunomoduladoras, por lo que es potente en el tratamiento de enfermedades hepáticas colestásicas crónicas. Las estatinas son el candidato bien conocido, lo que reduce el nivel de lipoproteínas de baja densidad o “colesterol malo” en el cuerpo.
Conclusión
Existen varios métodos a través de la resistencia y el entrenamiento aeróbico que han demostrado disminuir el contenido de grasa en el hígado al mejorar la resistencia a la insulina, mejorar el metabolismo de los ácidos grasos y mejorar la función mitocondrial del hígado. Además, los fármacos apropiados son efectivos para tratar las elevaciones de las enzimas hepáticas, la diabetes mellitus tipo 2, la dislipidemia y la obesidad. La detección temprana de NAFLD puede reducir el riesgo de cirrosis, carcinoma hepatocelular y enfermedad cardiovascular en pacientes con diabetes. La condición es “reversible” si se siguen las estrategias de tratamiento apropiadas.
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